En la primera foto de los pasos, podéis ver el tipo de tomates que son, porque es muy importante que sean de esta clase para poder hacer esta receta. En primer lugar, los lavamos bien, le quitamos las ramas y los volvemos a enjuagar otra vez y dejamos escurrir bien todo el agua.

A continuación, cogemos los tomates y los ponemos en una cacerola grande, le añadimos la nuez moscada y los cuatro clavamos de olor pinchados los tomates.

Seguidamente, le exprimimos el medio limón y le añadimos la pizca de sal.

A continuación, le añadimos el azúcar blanca granulada, el azúcar glasé y la unidad de clementina confitada. Como la clementina confitada no la tenéis, le ponéis la confitura de naranja.

Seguidamente, removemos con una cuchara de madera, encendemos el fuego y lo rehogamos todo durante un par de minutos removiendo de vez en cuando hasta que comience a caramelizarrse el azúcar.

A continuación, le añadimos los 1.000 ml de agua y removemos bien para arrancar el azúcar del fondo de cacerola y de las paredes.

Una vez que veamos que está bien removido.

tapamos la cacerola, bajamos el fuego y dejamos cocinar durante treinta minutos.

Pasados los treinta minutos, le quitamos la tapadera a la cacerola, la retiramos del fuego y dejamos tibiar unos dos minutos.

Pasados los dos minutos, volcamos los tomates con su caldo de cocción en un recipiente grande. A continuación, metemos el brazo batidor y trituramos bien.

Una vez triturados los tomates, ponemos un colador grande de Malla fina encima de un bol y colamos los tomates con el ayuda de un cucharón.

En esta foto podréis ver todas las pieles y semillas que las vamos a desechar. Por eso no hace falta escalar los tomates para quitarles la piel porque una vez cocidos los tomates y triturados todo queda en el colador.

Con la cacerola ya lavada y secada con un paño, añadimos los tomates que hemos colado.

Seguidamente, ponemos la cacerola en el fuego y llevamos a ebullición.

A continuación, tapamos la cacerola, bajamos el fuego y dejamos cocinar durante treinta minutos.

Pasados los treinta minutos, le quitamos la tapadera a cacerola y dejamos confitar durante una hora a fuego muy bajo. Nos dará la impresión de que esta demasiado líquido y que no va a cuajar pero conforme se vaya evaporando los líquidos, se irá reduciendo.

A continuación, cogemos una lengua, removemos el fondo de la cacerola para levantar el fondo de la cacerola porque con la reducción tiende a pegarse por los azúcares.

Pasada la hora, retiramos la cacerola del fuego y dejamos tibiar a temperatura ambiente.

Una vez que la tengamos tibia, la pasamos a un tupper.

A continuación, tapamos el tupper y guardamos en el frigorífico durante cuatro horas para que solidifique y tome la textura de una confitura. Yo la he dejado toda la noche y así al día siguiente ya la tenía lista para servir.

Por último, la Pasados a un recipiente bonito para servir y listo para disfrutar de una gran receta totalmente distinta a las que hay..