Potaje de Vigilia

Poner en remojo los garbanzos y las judías en agua con una cucharada de postre de bicarbonato y otra de sal, durante 12 horas, al menos. Si utilizamos bacalao salado, hay que desalarlo poniéndolo en remojo durante 24 horas y cambiando el agua cada 8 horas, más o menos. Hay que dejar el bacalao en frigorífico durante este proceso; además, es conveniente probar el punto de sazón para que no quede demasiado salado y, en caso contrario, corregir el punto de sal al final del guiso.

Una vez re-hidratadas las legumbres, retirarles el agua y ponerlas en la cacerola/cocotte donde vayamos a preparar el guiso, junto con una cebolla entera y pelada, el laurel y 2 dientes de ajo sin pelar y cocer durante 1 hora, más o menos. En torno a ese tiempo, comprobar si las legumbres ya están cocidas. Cocer un huevo de los tres para añadirlo al final al guiso.

Cuando falten unos 10 minutos para que acabe la hora de cocción, comenzamos a preparar los buñuelos con 2 huevos batidos, 1 puñado de perejil picado, una pizca de sal y un ajo machacado y se le va añadiendo pan rallado para formar una masa que esté más bien compacta, casi como si se tratara de una masa de pan. Se mezcla todo bien, se hacen buñuelos del tamaño de una cuchara y se fríen en aceite bien caliente. En poco más de un minuto se fríe cada buñuelo y se introduce directamente en el guiso.

Con parte del mismo aceite donde se has frito los buñuelos (3 o 4 cucharadas) se pone la cucharada de harina y se diluye; a continuación se retira del fuego y se incorpora el pimentón, para que no se queme. Una vez disuelto todo, se echa al guiso y se remueve para que se mezcle y no queden grumos. Podemos echar parte del agua del guiso a la sartén donde hemos preparado este sofrito para que se nos incorpore todo. En este momento picamos el huevo duro y lo echamos al potaje.