Separaremos las yemas de las claras. Batiremos las 4 yemas con la mitad del azúcar hasta que queden cremosas. Incorporaremos el queso mascarpone y lo batiremos hasta que quede una crema homogénea.

Pesaremos el aceite, lo añadiremos a la mezcla anterior. A continuación pesaremos la leche y le añadiremos las dos cucharadas soperas de café soluble (yo usé uno de Nescafé que está buenísimo) para que se disuelva. Si la leche la habéis sacado de la nevera os aconsejo que le deis un toque al microondas para que se nos disuelva mejor.

Pesaremos la harina y le añadiremos las dos cucharaditas de levadura en polvo y la pizca de sal. Cogeremos un colador para tamizar la harina y la iremos añadiendo poco a poco. Cada vez que añadamos la mezclaremos con las varillas.

Montaremos las 4 claras a punto de nieve. Una vez empiecen a estar montadas, añadir poco a poco la otra mitad del azúcar e ir batiendo. Nos quedará un merengue duro, con brillo y rico, rico! Añadirlo a la mezcla anterior en diferentes tandas e ir mezclándolo con movimientos envolventes con una espátula.

Pasar las pepitas de chocolate por harina para que no se nos vayan al fondo del bizcocho (como me pasó a mí, que lo pensé tarde y las puse sin la harina... Donde terminaron? En el fondo! 🤣

Yo utilicé un molde redondo de 22cm. Poned papel vegetal y al horno! Lo habremos puesto a calentar previamente. 180 grados durante unos 45 minutos, calor arriba y abajo. Para saber si está hecho, pinchadlo con un cuchillo finito o un pincho, y si nos sale limpio es que ya está listo!

Lo cubrí con un glaseado de café, pero con un buen merengue encima y relleno de Nutella o dulce de leche sería una tarta espectacular! Para el glaseado, disolved una cucharadita de café soluble en un poquitín de leche. En otra taza ponéis 3/4 de azúcar glass y le vais añadiendo poco a poco cucharadas de la leche con café, así controlaréis mejor el espesor del glaseado.

Este fue el queso Mascarpone utilizado, el café soluble y la harina integral: