Primero se prepara la crema pastelera del siguiente modo:
En una cacerola se calienta la leche con la piel de limón. La dejamos que hierva un par de minutos para que coja el sabor de limón. Luego se deja a enfriar hasta que queda temblada. Es cuando le añadimos el arroma de vainilla.
En un cuenco se echan las yemas y se baten con un tenedor.

Hasta que se enfría de todo hay que removerla con una cuchara para que no haga costra. Una vez enfriada se tapa con film transparente hasta que se empieza a utilizar.
Yo he preparado la crema con miel de abeja para evitar consumir demasiada cantidad de azúcar blanco, ya que no es muy indicado. Con solo espolvorear un poco al terminar los miguelitos es suficiente.
Pero tengo que precisar que los niños menores de 3 años no pueden consumir miel de ninguna forma.

Así que si lo veis necesario podéis cambiarla por el sirope de ágave por ejemplo que es muy sano también (50-60 ml) o simplemente con azúcar. Si vais a usar el azúcar se tiene que poner al principio con las yemas y mezclar hasta que se ponen blanquesinas.
La masa de hojaldres: para ahorrar tiempo yo he usado la que viene ya preparada, siempre uso de la misma marca porque es bastante buena. Se trata de la masa de hojaldres con mantequilla de la Casa Tarradellas que no contiene grasa de palma.

Volviendo a nuestros miguelitos, pues se abre la caja de masa y se extiende junto con el papel vegetal que trae en la bandeja del horno.
Se enciende el horno a 200ºC con calor arriba y abajo. Mientras que se calienta se procede a cortar la masa en cuadraditos.
Luego se introduce la bandeja en el horno y se dejan hornear hasta que se ponen doraditos (15 minutos aprox.).
Una vez que están hechos se sacan del horno y se dejan enfriar.

Se saca la crema del frigorífico y se va batiendo otra vez para homogeneizarla.
Los hojaldres una vez fríos se cortan por la mitad con la ayuda de un cuchillo de sierra y con mucho cuidado para que no se rompan.
Se coge una manga pastelera y se rellena con crema. Luego se procede a rellenar los hojaldres. Se colocan en una fuente y se les espolvorea por encima azúcar glass. Listos para servir. Os aseguro que están riquísimos y son ideales para desayunar, merendar o cuando más os apetezca.

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