El otro día me regalaron una latita de “jelly beans” —sí, son las tradicionales gominolas, pero con el anglicismo ese, parece que es más regalo, ¿no?… Pero lo curioso es que son unas gominolas algo especiales, con sabores que nunca imaginé que pudieran poner en un inocente caramelo infantil—. El caso es que después, hablando de eso entre adultos y, también degustándolos —pero con cuidado—comprobamos que hay sabores “extraños”, y al menos, yo me pregunté, porque los españoles, con este ímpetu nuestro tan característico no hemos aún internalizado unas jelly beans con sabores de nuestra tierra. Primero habría que cambiarles el nombre por: gomiñola, —por ejemplo—, y si lo dividimos por Comunidades Autónomas, tendríamos gomiñolas con sabor a: pulpo á feira, calçots, gazpacho, paella, ensaimada, cocido madrileño, fabada, mojo picón, sobrasada… Porque vamos a ver, si los americanos tienen sus jelly beans sabor popcorn, que representa uno de los sabores más emblemáticos de su nación, ¿por qué no hacemos nosotros los nuestros?
(Antes de que os riáis, os contaré que en Polonia, vi anunciado, por un torero, una pizza sabor paella, así que no me tildéis de loca por esta gran idea).

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