Para empezar elegimos unas buenas alcachofas en el mercado. Yo había pensado usar seis, dos para cada uno, pero eran todas bastante grandes, con lo cual esta vez solamente he preparado cuatro para la cantidad de carne picada que tenía. Con una grande hay de sobra para una persona.

Lo primero es aliñar la carne picada y prepararla para el relleno de nuestras alcachofas. Le agregamos un diente de ajo y perejil fresco muy picaditos, salamos al gusto y removemos bien.

A continuación le ponemos el ajo en polvo y el chorrito de brandy, que le da un sabor buenísimo a la carne, y seguimos removiendo para integrar bien los ingredientes. Por último añadimos los huevos y el pan rallado.

Ahora tenemos que amasarlo todo para que quede compacto, igual que una masa para albóndigas, podemos echar más pan rallado si vemos que es necesario. Dejamos reposar mientras preparamos los alcauciles.

En primer lugar lavamos muy bien las alcachofas y le cortamos el tallo (los reservaremos) y el extremo de las hojas como se ve en la imagen.

Cortadas de esta manera eliminamos lo más duro de las pencas y se pueden rellenar mejor. Hay un truco muy útil para que no se oxiden las alcachofas, solo tenemos que echarle unas gotitas de limón una vez lavadas y cortadas🍋.

Las rellenamos generosamente con el preparado de carne picada como en la imagen. Los tallos los pelamos bien y los cortamos en tiras que e pondremos en el guiso también, su carne está muy buena tierna para acompañar a los alcauciles.

A continuación los pasamos por harina por la parte superior donde está la carne.

Ponemos suficiente aceite de oliva virgen extra en una olla honda como para que cubra toda la base y cuando esté caliente freímos las alcachofas como se aprecia en la foto. Fijaros qué color morado tan vistoso tienen.

Una vez estén doraditos las sacamos de la olla y las apartamos mientras preparamos el sofrito con la cebolla.

En la misma olla añadimos un poco más de aceite de oliva y cortamos la cebolla, los tres dientes de ajo y el pimiento verde italiano. Removemos hasta que estén bien pochados y lo apartamos del fuego.

Seguidamente le echamos un vaso agua, la pastilla de caldo de carne y la harina que nos ha sobrado de freír por arriba los alcauciles para que ligue la salsa. La podemos dejar así, pero os recomiendo pasarla con la batidora de brazo para obtener una salsa riquísima y mucho más apetecible para los niños.

Mientras pasamos la salsa le añadimos el azafrán, el colorante alimentario y una cucharadita de pimentón dulce para que adquiera el color característico de este guiso y mejore en sabor.

Volvemos a poner la olla en el fuego y colocamos dentro las alcachofas. Es el momento de añadir el vino blanco y la hoja de laurel. Le agregamos un vaso más de agua para no quedárnoslo sin salsa y rectificamos la sal.

Echamos al guiso las tiras de los tallos de las alcachofas que teníamos reservadas, a las que también le pusimos limón para evitar la oxidación. Así aprovechamos esta parte que está exquisita. Por último espolvoreamos con un poco de colorante y pimentón las alcachofas por encima.

Y ya solamente nos queda tapar la olla y dejarlas cocinar durante media hora aproximadamente hasta que estén tiernas y la salsa haya reducido correctamente.

Servimos y a disfrutar de este guiso tradicional de temporada que es una auténtica gozada. Los niños disfrutan mucho comiéndose la carne de las hojas (pencas) de los alcauciles, que son fuente de multitud de vitaminas. Espero que os gusten, buen provecho a todos.