El viernes encontré unas codornices en una carnicería que suele tener productos de caza. El único problema es que no se puede planificar ningún plato porque hasta que los cazadores no le traen las piezas, no se sabe que habrá.
Yo quería cocinar estas piezas hoy y no me dio tiempo a que se asientase la carne, ya que es importante que las carnes de caza recién muertas reposen unos días en un sitio fresco antes de ser cocinadas.
Para que la carne de estas aves no fuese demasiado fuerte decidí guisarlas con un vino tinto recio, y me decanté por un barolo que tenía en casa.
Así que la noche anterior las puse a macerar sin saber cómo iba a hacerlas.
Esta mañana lucía un sol espléndido así que salí un rato al jardín, para mi fortuna, mi vecina me ofreció unos caquis de su maravilloso árbol que acepté de inmediato.
Pensé que estaría bien probar a poner alguno en la preparación de las codornices y ¡voila!, quedó un plato de primera que recomiendo especialmente.