Partimos una rebanada de pan cateto y lo desmigamos. Le echamos un poco leche y dejamos que se espoje.

En un cuenco añadimos la carne picada, dos huevos, perejil picado, sal y pimienta negra al gusto. Removemos bien y le añadimos la miga de pan bien escurrida y volvemos a mezclar.

Como mi abuela hace las albóndigas es sin tocar la mezcla. Con ayuda de dos cucharas coge un poco de carne, no mucha porque las hace pequeñas, en un vaso con la base redonda y un poco de harina vertía la carne en el vaso y con movimientos rápidos hace las albóndigas y le salen de esta manera redondas.

A medida que hacemos las albóndigas, en una sartén con aceite las freímos.

En una cazuela con aceite sofreímos la cebolla hasta que esté dorada y tierna. Añadimos una cucharada de harina y movemos para que la harina no se quede cruda.

Cuando la harina esté dorada vertemos el vino blanco sin dejar de mover y esperamos a que el vino se evapore y después añadimos un poco de caldo. Cuando tengamos la salsa más espesa la batimos con una batidora.

Aparte calentamos el caldo y vertemos la salsa y añadimos un poco de pimienta negra. Si vemos que la salsa está muy espesa incorporamos más caldo.

A esta salsa añadimos las albóndigas y ya las dejamos que se cocinen a fuego lento durante 30-40 minutos. Yo las he servido con una ración de arroz con pasas.