Hoy no sé de qué escribir. Supongo que lo más sabio, entonces, sería no escribir y punto, que para que nos hablen sin decirnos nada, tenemos la tele…. Pero el caso es que si quiero llegar a las mil recetas —y seguir sumando—, debo seguir tecleando. Podría contaros que a principios de mes, estuvimos de vacaciones en Extremadura (toda una exclusiva, ¿a qué sí?), pero de eso, ya os hablaré más adelante.
Así que hoy os molestaré con el hecho de la facilidad que tiene ciertas personas en el: “yo estaba antes” (sobre todo veo este efecto en el aeropuerto, cuando nos convocan en el finger —pero es extrapolable a infinidad de ámbitos—). Os pongo en situación, por ejemplo: mujer que dejó los cuarenta hace más de lo que querría, con sus tacones de aguja, su maquillaje y su bolso de marca súper conocida (y seguramente: falsa); que lleva un radar incorporado, como Terminator, y escanea el lugar hasta localizar el objetivo y se lanzan a la carrera —que la quiero ver yo en su centro de salud, quejándose de articulaciones que mueve mejor que yo—, esquivando azafatas, maletas, carritos de bebé y, si ve que no alcanza su preciado tesoro, lanzando el bolso como si aquello se tratase de la bandera que plantaron en la Luna, para volviéndose hacia atrás como la niña de El exorcista, decir a los palurdos que aún estamos arrastrando nuestra maleta: “Yo estaba antes”.

(Sumamos esta receta a la temática: Revista Cookpad Marzo).

#revistacookpad