En esta ocasión hemos preparado dos fuentes de alitas. Lo primero es aliñarlas el día antes para que absorban todo el sabor del limón y las especias, siendo el tomillo el protagonista. En primer lugar las salpimentamos y le añadimos el vino blanco mezclado con el zumo de un limón y las dos cucharadas de aceite de oliva.

A continuación le agregamos el tomillo y lo mezclamos todo muy bien para que se integren correctamente las especias. Y dejamos macerar las alitas hasta el día siguiente. Esta vez las he aliñado por la mañana para hacerlas por la noche.

Llegada la hora precalentamos el horno a 200 grados y las dejamos hornear unos 40 minutos con ventilador, hasta que adquieran el dorado deseado. A nosotros nos gustan lo más crujientes posible. Así que las horneamos unos diez minutos más. Buen provecho a todos.