Para empezar, tendremos el bacalao en remojo veinticuatro horas, cambiando el agua cuatro veces y manteniéndolo en el frigorífico.

Cortar las patatas muy finas (yo he utilizado la mandolina), dejarlas en agua un buen rato para que eliminen el almidón, luego escurrir y secar muy bien con papel absorbente.

Freír las patatas en abundante aceite de oliva virgen extra a fuego medio, pero no freírlas toda juntas, más bien por tandas, así quedarán más sueltas. Cuando estén doraditas sacamos de la sartén y las ponemos en un plato. Reservar.

Escurrir el bacalao y secar con papel absorbente y desmenuzarlo.

Picar el puerro en juliana y sofreírlo junto con el bacalao cuando el aceite esté caliente. El bacalao se tiene que dorar un poco, apartamos de la sartén y ponemos en un plato.

En un bol batimos los huevos con una pizca de sal, pimienta negra molida y un chorrito de nata (así el revuelto quedará más esponjoso), batimos bien y pasamos a una sartén pintada con aceite de oliva, cuando los huevos empiecen a cuajar, añadimos el bacalao y puerro, mezclamos unas veces y sin dejar que el huevo se dore, apartamos a un plato.

EMPLATADO: En un aro de cocina vamos añadiendo el revuelto y finalmente coronamos con patatas paja que sazonamos con una pizca de sal. Y si se desea, se puede espolvorear cebollino picado que Le dará color y un toquecito de frescor al plato. Buen Provecho.