Oreo de foie
El primero, justo antes de salir. Sentada, en la terraza de la cocina, con mi café con leche bien caliente en las manos; aún totalmente relajada, dejando que mi mirada se pierda en esos colores infinitos que van desde el azul-casi-negro al naranja —cuando está a punto de despuntar el viejo astro— y, con los pensamientos danzando (todavía) libres en la cabeza.
El segundo, fue horas más tarde, cuando tome la autopista y en menos de 20 m, ya superaba los 130, después de hacer la compra a contrarreloj, que resultó ser más una aventura de riesgo, que un momento de ocio.
El tercero fue absolutamente fantástico, por la tarde, al llegar a casa, y abrazar a todos mis canhijos, mientras cantaba Cohen por toda la casa, y me quitaba —definitivamente— las botas.
Y como no hay tres sin cuatro, por la noche me permití entrar en la cocina y trajinar entre fogones, llamando para cancelar la cena que estaba prevista desde la semana pasada, y que sabía que se alargaría hasta horas inauditas.
Estos son los placeres de un buen día, que hay que enumerar al acabar la jornada, no vaya a ser que no nos demos cuenta de lo bueno cuando nos roza.
Oreo de foie
El primero, justo antes de salir. Sentada, en la terraza de la cocina, con mi café con leche bien caliente en las manos; aún totalmente relajada, dejando que mi mirada se pierda en esos colores infinitos que van desde el azul-casi-negro al naranja —cuando está a punto de despuntar el viejo astro— y, con los pensamientos danzando (todavía) libres en la cabeza.
El segundo, fue horas más tarde, cuando tome la autopista y en menos de 20 m, ya superaba los 130, después de hacer la compra a contrarreloj, que resultó ser más una aventura de riesgo, que un momento de ocio.
El tercero fue absolutamente fantástico, por la tarde, al llegar a casa, y abrazar a todos mis canhijos, mientras cantaba Cohen por toda la casa, y me quitaba —definitivamente— las botas.
Y como no hay tres sin cuatro, por la noche me permití entrar en la cocina y trajinar entre fogones, llamando para cancelar la cena que estaba prevista desde la semana pasada, y que sabía que se alargaría hasta horas inauditas.
Estos son los placeres de un buen día, que hay que enumerar al acabar la jornada, no vaya a ser que no nos demos cuenta de lo bueno cuando nos roza.
Paso a paso
- 1
Separamos las galletas oreo, reservando su nata para otras preparaciones. Úntamos una generosa capa de foie y sobre ella, media cucharadita de chutney de higos.
- 2
Espolvoreamos el sésamo al wasabi y espolvoreamos, de manera también generosa, las escamas de sal Maldón.
- 3
A disfrutar!
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Esta receta es lo más...!!! Me la encontré de paso en la web y me encantó. La original viene solo con chocolate blanco pero tenía un poco de cobertura de leche y mezcleé las dos y ni se imaginan que fusión de sabores, de muerte lenta, considerándo mi toque zandyabradelezco...jajaja...! Son de no parar, se animan y les cuento el proceso, a sus creadores, gracias por endulzar nuestros momentos a raticos, no se puede abusar, la balanza protesta, jajaja😜😜😜😭😭😭, vamos allá....#familiar
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En pocos días, comenzarán a tramitar mis nuevos papeles. Madre mía, treinta años ya junto a mi familia y aún recuerdo cuándo me compraron, azul (como todo en esta casa) y Top Line, porque guapo, soy un rato.Lo aprendí todo de La Diligencia —el primer coche de mi mamá— un fantástico 127 algo costipado que se fue al poco de llegar yo. El jefe, en ese momento, era un forito gaditano muy chulo que tenía el antirrobo siempre activo.Recuerdo, como si fuera ayer, aquellos días en los que llevábamos a la mayor a primaria y poco después nos acercábamos a la guardería, a dejar a la pequeña. Las tardes las pasábamos corriendo de un lado a otro, entre clases de inglés, de alemán, de pintura, de baile o de equitación. Y los fines de semana siempre de turismo, subiendo a los montes más altos y fríos o madrugando para bucear.Años después, la mayor aprendió conmigo a conducir, y me prefirió antes que su coche con matrícula noautonómica. Después de ese —que se fue prontico tras muchos kilómetros recorridos— llegó el más molón de la familia y con él que me llevo estupendamente, con esos 350 CV ahí escondiditos, cualquiera le dice ni mú.Y antes de compartir los días con esa preciosa van (algo pomposa), llegaron juntos el coche de la pequeña, que sabeDios cómo consigue aparcar sólo y la perla de la Cuqui —capricho de todos—.Y aquí estoy, esperando conseguir esa ambiciosa matrícula verde de Histórico, que me va a sentar ni que pintado.#LaVidaDeLasPequeñasCosas
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Se puede hacer el foie casero y si no utilizar cualquiera ya hecho del mercado, mejor que no sea tipo paté muy untable es mejor alguno que tenga más grasa hígado de pato
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Plato de la web Les Receptes de Miquel, aunque prefiero la opción de sustituir la masa brisa por pasta filo.
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Una buena idea de aperitivo que gusta a todo el mundo, con una presentación que dejará boquiabiertos a los comensales
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