Cascamos un huevo solo por la punta (para que sirvan de medida de anís y del aceite). Ponemos en un recipiente los huevos, el anís, el aceite y batimos, vamos añadiendo poco a poco la harina hasta conseguir una masa como para pan, terminamos de amasarla bien en la mesa. Seguro que os quedará un poco pegajosa, ponéis más harina en la mesa y amasáis con ella un poquito más. Hasta que se pegue menos...

Las freímos en aceite caliente (7-8 vitrocerámica). Tener cuidado, porque se doran enseguida. Las dejamos un rato encima de papel absorbente y cubrir con una capa fina de miel.

También se pueden enmelar: para ello calentamos la miel con más o menos 1/4 de su volumen de agua. Cuando esté caliente y bien integrado sumergimos las hojuelas y retiramos a una rejilla. Dejamos que se escurra la miel sobrante y se sequen Y QUE APROVECHE