Empezamos con la parte más divertida de esta receta: ¡machacar las galletas! En un recipiente resistente ponemos unas cuantas galletas y vamos machacándolas con un palo de mortero hasta hacerlas miguillas. Machaca galletas suficientes para cubrir el molde que vayas a usar para la tarta.

Una vez hechas migas, calienta unas cuantas cucharadas de margarina en el microondas hasta que se derrita.

Añade la margarina derretida al recipiente en el que están las galletas y mézclalo bien de manera que quede una masa más o menos compacta. Cubre el molde, aplastando bien con el reverso de una cucharilla y haciendo una capa tan gruesa como te apetezca.

Mételo en el congelador mientras vas haciendo los siguientes pasos.

Pon el horno a precalentar, a 180º.

Ahora llega el momento de mezclar el resto de ingredientes. En una jarra medidora de litro echa los 100 gramos de azúcar, los 3 huevos, el queso de untar y la nata. Si lo has hecho todo bien, la jarra quedará prácticamente llena. Mezcla todo con unas varillas (yo prefiero varillas manuales, porque así aprovechas y haces músculo…).

Cuando la mezcla quede compacta, saca del congelador el molde con la galleta y vierte por encima la mezcla. ¡La parte más trabajosa ya está hecha!

Ahora mete el molde al horno, sube un poco la temperatura (a 200º, como mucho por arriba y por abajo) y siéntate a esperar. Tarda unos 30 minutos en hornearse bien, pero lo ideal es que la capa de arriba coja un tono dorado y al pinchar con un palillo, éste salga limpio..

Cuando consideres que ya está bien horneada, sácala no se te vaya a quemar. Espera a que se enfríe un poco y luego métela en la nevera