En un recipiente o en una superficie, hace una corona con la harina, la levadura activada en el centro y espolvorear el provenzal. Unir todo hasta que quede una masa uniforme. Dejar descansar hasta que doble su tamaño (tip: encima de la masa pone una bolsita o film de cocina con un repasador cubriendo todo para dar calor), precalentar el horno por 15 minutos.

Mientras la masa descansa, hacemos la salsa. Picamos la cebolla y el ajo y en una olla con un poquito de aceite caliente los sofreímos. Una vez que ya están dorados, agregar el puré, la sal y el azúcar (para que no quede amarga la salsa) y revolver todo. Para evitar que la salsa se nos queme, verter agua, a ojo. Espolvorear el pimentón dulce y el ají molido y cuando la salsa esté por cuajar, apagar la hornalla, una vez lista, espolvorear el orégano.

Una vez que la masa ya duplicó el tamaño, amasar hasta quitar el aire y separar la masa en 4 bollitos. Dar forma mientras aceitas las fuentes de horno con el aceite (yo usé de oliva, pero también puede ser de girasol). Estirar primero con un palo de amasar y luego con los dedos para cubrir toda la fuente de horno. Esparcir la salsa ANTES de hornear.

Una vez el piso de la pizza esté ligeramente dorado, es momento de ponerle el gusto que quieras (yo la hice de queso cremoso y tiras de paleta, pero usa el que más te guste), si va a llevar queso, primero tiene que ir esté, directamente sobre la salsa con la que se cocinó primeramente, volver al horno hasta que se derrita y una vez pase, esparcir con una cuchara.

¡A disfrutar!