Creo que no existe actividad más noble de empoderamiento que cocinar. Cocinar con amor, con furia, con música, en silencio. Para compartir, para agazajar, para uno mismo.
Está comprobado que cuando comemos algo rico, se activan en el cerebro las mismas hormonas que cuando nos enamoramos. Comer, comer con el alma. Con los cinco sentidos.
Y en cuanto a lo personal, nunca soy mejor persona que cuando como algo que me gusta.