Para el rustido: cortamos la carne la salpimentamos y la vamos poniendo en la olla para rustirlo la de pollo ternera y cerdo.

Una vez dorada la carne, añadimos la cebolla cortada grosso modo dos hojas de laurel y seguido le ponemos dos vasos de vino blanco.

Una vez quemado el alcohol del vino, le ponemos la misma cantidad de agua y dejamos que reduzca dándole vueltas de vez en cuando para que no se agarre.

Una vez reducida, la dejamos enfriar y la pasamos a un vaso de picar, le añadimos tres huevos y un vaso de leche y la picamos. Una vez picada, la pasamos a un bol y la reservamos.

Para cocer la pasta, en una olla, la llenamos de agua y le ponemos una cucharada de margarina y una cucharada de aceite y cuando echemos la pasta lo movemos con el fin que no se peguen dado la capacidad de mi olla las he tenido que cocer en tres veces.

Una vez cocidas, las pasamos a agua fría y las ponemos a escurrir.

Las colocamos encima de un mantel blanco y con una manga echamos el relleno del canelón.

Los colocamos en bandejas bien colectivas o individuales.

Para hacer la bechamel, ponemos en la olla la mantequilla, la cucharada de aceite y ponemos a cocinar la harina.

Una vez terminada y rectificada de sal, la ponemos en las bandejas de canelones, le rallamos el queso, se lo ponemos por encima y a gratinar.

Vamos añadiendo leche y removiendo para quitar los grumos y que no se pegue hasta completar dos litros de leche, le añadimos un poco de pimienta y le rallamos un poco de nuez moscada al gusto.

Para la cantidad de canelones que hemos hecho, me ha sobrado una bandeja de 20 que la congelaré para otra ocasión sin bechamel.

Luego presentamos y a disfrutar de estos maravillosos canelones.