Cuando esté ya tostada añadimos unas gotas de zumo de limón para que no se solidifique, removemos y listo. Cuidado al verterla en los moldes porque quema muchísimo.

No es necesario que llegue a hervir. Lo dejamos reposar para que quede tibio mientras preparamos las yemas.

Seguidamente vamos a elaborar el almíbar disolviendo el azúcar en la misma cantidad de agua. Tenemos que conseguir el llamado punto de hebra, que al ponerlo entre los dedos quede pegajoso.

A continuación separamos con cuidado las yemas de las claras, y le añadimos un huevo más entero. Las batimos y las pasamos por un colador para eliminar impurezas y que quede más fino (opcional).

A la mezcla resultante le añadimos el almíbar ya tibio (nunca caliente) y lo integramos bien sin batir demasiado para que no coja exceso de aire.

Para ello introducimos los moldes en un recipiente apto para horno y lo cubrimos de agua como se aprecia en la imagen. En la base colocamos un papel absorbente para que no se muevan los moldes y no pueda entrar agua.

Por último se vierte la mezcla en los recipientes caramelizado y se cocina al baño María hasta que haya coagulado y adquirido la consistencia de flan adecuada.

Una vez fría, desmoldamos con cuidado, sale muy limpiamente como podéis ver.

Espero que lo disfrutéis, buen provecho a todos.

Precalentamos el horno a 150 grados, y lo cocinamos al banco María durante 90 minutos. Debe quedar así de cuajado. Vamos comprobando con un palillo antes de sacarlo del horno.

Importante dejarlo templar a temperatura ambiente antes de meterlo en el frigorífico. Yo he usado dos tarrinas en esta ocasión, pero os recomiendo usar un molde de 10 por 15 cm, ideal para estas cantidades.

Una vez lo tengamos bien fresquito ya estará listo para hacer felices a nuestros comensales. Si gustáis podéis acompañarlo de nata montada, pero está tan rico que no le hace falta nada más.