Leyendo la otra noche, me quedé pensando en las palabras de la gran Isak Dinesen: “todas las penas pueden soportarse si se meten en una historia o se cuenta una historia acerca de ellas”, y en esta época de nuestras vidas en la que —para nuestros ojos— todo está desordenadamente ordenado (atravesando esta normalidad anormal), me estoy convirtiendo, receta tras receta, en una mini narradora —o al menos, lo intento (y soy consciente de la galaxia que me separa de Dinesen)—. Aunque no lo queramos ver, seguimos es esta época rara, donde las jornadas pasan esperando que regrese lo bueno (aquella normalidad que pensábamos “normal”, aquel orden de todas las fichas en su sitio). Muchos ya no somos las mismas personas, y sólo espero que estemos aprendiendo a valorar la importancia de lo valioso: esas cosas sencillas —simples— que en realidad, no tienen precio.

(Con esta receta, nos sumamos al reto de esta semana de sacar cada día un utensilio del armario.
🎈Sábado: ¡Panificadora!).

#MiAyudanteHoy