El cerebro es una máquina muy puñetera que no sólo no se detiene nunca, sino que te obliga a pensar en lo que a él, le viene en gana. Te pones a evocar un momento feliz de tu vida y, al cabo de menos de cinco minutos, el cerebro ya te ha obligado a recordar lo que no te apetecía… y más en días como hoy, en los que el calor a penas te permite coordinar dos ideas seguidas — quizá sea que los que vivimos en esta esquinita no estamos acostumbrados a derretirnos de esta manera—.
Las calles de la ciudad están casi fundidas por estas temperaturas, así que sin hacerle caso a mi cabecita, en cuanto he podido, he aterrizado en casa y me he acomodado debajo de los nogales: en mi cape cod, con un granizado de sandía recién hecho y en el regazo: la iPad —con el último del inspector Mascarell —.
Pero sonó el teléfono y respondí, me ofrecían salir a tomar unos vinos (recalcando la ‘S’); conteste que no tenía ganas de nada, que a este paso iba montar una asociación “padesganaos"."¿Sin ánimo de lucro?"—me preguntan—; “Sin ánimo de ná" —aclaro—. "Apúntame"—se ofrece. "Apúntate tú" —le digo, comprendiendo que no ha cogido bien la idea—.
Leer es genial, patear ciudades es una gran actividad...pero quedarse en casa, a la sombra de los árboles, en shorts y tirantes, sin prisas ni paranoias, no desmerece en nada.
Total ponerme un GT está a mi alcance.
Holgazanear está totalmente minusvalorado…jajajaja…

#sopadeletras