Pela la cebolla y pícala finita.

Pela la zanahoria con un pelapatatas, córtala por en medio y pícala finita al igual que la cebolla.

En una olla echa un poco de aceite, ponla a fuego medio-suave y cuando esté caliente añade la cebolla y la zanahoria junto con un poco de sal. Cocina durante unos 10 minutos o hasta que estén tiernas y apenas empiecen a dorarse. Si se doran demasiado pronto baja la temperatura del fuego.

Añade la carne picada, mezcla con el resto de ingredientes y ve picándola con una espátula para que se vaya separando y cocinando. Échale sal, pimienta negra recién molida y orégano al gusto.

Cuando la carne deje de estar rosada sube el fuego para que esté alto, añade el vino blanco y espera a que se evapore el alcohol, tardará solamente 2-3 minutos.

Baja el fuego para que esté suave e incorpora la salsa de tomate y la leche y déjalo cocer todo durante 20 minutos para que los sabores se fusionen y la carne quede tierna.

Cuando tengas lista o casi lista la salsa boloñesa es hora de ponerse con la pasta. Pon abundante agua a cocer en una olla con una cucharadita de postre de sal y a fuego fuerte.

Cuando hierva el agua echa la pasta y en cuanto hierva el agua de nuevo (tardará muy poco) empieza a contar los minutos que indique el paquete.

Cuando la pasta esté lista échala sobre un colador en el fregadero para que escurra.

Incorpora la pasta a la olla de la salsa boloñesa con el fuego ya apagado, mezcla bien y ya está.

Sirve con queso parmesano por encima al gusto y decora con unas hojitas de albahaca o incluso más orégano si lo prefieres.