Pondremos a hervir en agua con sal y un chorrito de aceite los macarrones. El tiempo, lo que ponga en el paquete que compréis.

Una vez hervidos los retiraremos y cortaremos el hervor con agua fría, los pondremos a escurrir poniéndoles aceite y sal por encima. Removeremos y reservaremos.

A continuación, empezaremos a hacer el sofrito. En una olla pondremos 3 cucharadas de aceite, dónde freiremos la carne que previamente hemos sazonado con sal, pimienta y tomillo.

A continuación pondremos la cebolla y el ajo que previamente hemos cortado a bronoise.

Añadiremos un chorrito de vino blanco. Dejaremos pochar la cebolla. Cuando se haya consumido todo el vino y de nuevo quede el aceite, dejaremos freír bastante, aunque hay que vigilar de no quemarla. Eso le dará más sabor al sofrito luego.

Pasado eso tiempo añadiremos el bote de tomate casero, dejaremos hacer hasta que se vaya la acidez del tomate y la carne esté tierna. Podemos poner unas cucharadas de azúcar para que ocurra más rápido.

Acabado el sofrito, volcaremos los macarrones que teníamos escurridos y le daremos vueltas para mezclarlos bien con el sofrito. Rectificaremos de sal y pimienta.

Lo pasaremos a una bandeja donde pueda ir al horno.

Por encima pondremos la bechamel al gusto, el queso rallado, y los daditos de mantequilla.

El horno que previamente lo tendremos precalentado a 200° arriba y abajo introduciremos en él la bandeja y cuando veamos que empieza a calentarse, pondremos el gratinador. Dejaremos al gusto de cada uno.