Estoy convencida de que en la vida no faltan maravillas, lo que falta es capacidad de asombro. Por ejemplo, la RAE, define mañana (en una de sus acepciones) como: el día que sigue inmediatamente al de hoy; pero en realidad, mañana es la tierra mítica donde se encuentra casi toda nuestra motivación, nuestra productividad y, posiblemente, nuestros mejores logros. Pasa igual, con la palabra: esperanza; la RAE, en su primera acepción, la describe como: estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea; pero en verdad, puede haber cierta equivocación sobre qué es exactamente la esperanza, ya que no es un optimismo ciego, o ignorar la enormidad de las tareas que quedan por hacer, o no saber que habrá obstáculos en el camino. La esperanza es —efectivamente— ese impulso interior que tenemos (contra toda evidencia que señala lo contrario), de que existe algo mejor que podemos alcanzar. Es la esperanza, la que dice que el destino no está escrito para nosotros, sino por nosotros.