(XX)

Se quedó tan extrañada, que no se pudo terminar el bocadillo que la había hecho su tía María. Y le encantaba, por una vez, había conseguido que le hicieran un bocadillo de pan con chocolate —cosa realmente muy extraña —, quizá fuese por que acababan de regresar del pueblo y, ella había ido a saludarlos al salir del colegio.
La cuestión es que estaba tan impactada con lo que le había contado su tío Pedro, que no conseguía llevarse el bocadillo a la boca. Lo que más le intrigaba a ella, era poder saber si la historia era verídica o era una de esas moralejas, que tanto le gustaba usar al tío Pedro para hacerla así, reflexionar.
La cuestión es que el tío Pedro había regresado a casa, diciendo que su primo mayor, tras jubilarse y dejar el campo, había conseguido afilarse la nariz, simplemente al pasarse de manera constante la mano sobre ella y, le habían quitado el mote del Tucán, que llevaban más de cincuenta años usando, y ahora habían pasado a llamarle: Figurín. ¿Podía ser eso verdad? se preguntaba, o acaso, ¿le estaba diciendo que para conseguir algo en esta vida, había que ser perseverante?
Lo peor de todo era que se le estaba derritiendo el chocolate dentro del pan.

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