Lo primero de todo es cocer los huevos. En una cazuela, añadimos 4 huevos y llenamos de agua hasta que queden cubiertos. Ponemos a fuego lento, cuando empiece a hervir, dejamos 10 minutos en el fuego y retiramos la cazuela. Les quitamos el agua y reservamos.

En una sartén, agregamos la margarina y llevamos al fuego.

Cuando esté deshecha, agregamos la harina y removemos para que no se queme.

Vamos añadiendo, poco a poco la leche, sin dejar de remover para que se vaya espesando la bechamel y no se formen grumos. También añadimos la sal.

Una vez hecha, guardamos en frigorífico durante dos horas.

Pasadas las 2 horas, en un recipiente, batimos los dos huevos restantes.

En otro recipiente, vertemos un poco de pan rallado.

Quitamos la cáscara a los huevos y los partimos en 4 trozos verticalmente, de manera que los trozos queden alargados.

Con ayuda de una cuchara, cogemos un poco de bechamel e introducimos un cuarto de huevo. Amasamos para que quede con forma de croqueta. Siempre se puede agregar más bechamel que la inicial.

Una vez formada la croqueta, rebozamos en el pan. Luego le pasamos totalmente por el huevo batido y volvemos a rebozarla por el pan rallado.

Este método lo repetimos con todas las croquetas formadas.

En una sartén, agregamos el aceite y lo dejamos que se caliente bien. Una vez caliente, vamos añadiendo las croquetas y las vamos volteando hasta que queden crujientes.