Primero preparamos la leche: le agregamos el vinagre blanco y el colorante rojo. Se tiene que hacer como una especie de buttermilk (se corta).

Batimos la manteca pomada con el azúcar hasta integrar.

Agregamos uno a uno los huevos hasta obtener una mezcla cremosa.

Pesamos y mezclamos los secos en un bowl. Sin dejar de batir, agregamos de manera intercalada los secos y la leche.

Una vez salidas del horno, guarde cada capa con papel film en la heladera. Las enfilmé en caliente para que el calor las mantuviera húmedas y suavecitas. Guardar en la heladera hasta que enfríen.

Ahora la crema: batir la manteca pomada con el azúcar y la esencia de vainilla hasta unir.

Poco a poco agregar el chocolate blanco derretido. Por último, agregar el queso crema sin dejar de batir. Cuando la mezcla este cremosa, reservar en la heladera hasta el momento de usar.

Ahora montamos: yo corté el bizcocho para emparejarlo y empecé a rellenar con el queso crema (que previamente puse en una manga). Opcional: mojar los bizcochos con almíbar (yo no lo hice, quedaron riquísimos igual).

Una vez montadas todas las capas, recubrí la torta con el resto de crema y llevé una hora a enfriar a la heladera. Luego de esa hora, volví a darle una segunda capa con lo que me sobró de queso crema para que quede un poco más cubierta. Y ahora decoran como quieran🙌🏼. Yo decoré con la ganache, miguitas de la torta y un brillo dorado comestible✨.

Lista esa Red Velvet para disfrutar❤️. Yo nunca la había probado, pero esta versión me encantó. El bizcocho es súper suave y la crema de queso le queda genial.