Lo primero es montar las claras a punto de nieve y luego añadir los tres huevos enteros y seguir batiendo. A continuación incorporamos el resto de ingredientes líquidos y volvemos a batir, con las varillas queda fenomenal. Por último añadimos la harina y la levadura tamizadas poco a poco para que no nos queden grumos.

Vertemos la mezcla en un molde para horno previamente engrasado con un poco de mantequilla. Como el bizcocho es grande os recomiendo usar un molde se silicona, que se desmolda de maravilla. Precalentamos el horno a 190 grados y lo horneamos durante unos 45 ó 50 minutos a media altura, calor arriba y abajo.

Para que no se dore en exceso la superficie del bizcocho lo cubriremos con un papel de plata unos 15 minutos antes de terminar el horneado. Como podéis apreciar el resultado es un bizcocho tierno y con cuerpo que no se agrieta fácilmente.

Y ya lo tenemos listo para elaborar nuestras tartas favoritas rellenas o para disfrutar simplemente de un trocito con el café que desprende un irresistible aroma avainillado. Buen provecho.