Mermelada de pimientos

—CON LA M—
A mi iaia Paquita, además de gustarle estar entre fogones, le gustaba mucho hablar, y contar historias, y más si éstas contaban algo "de verdad". Y de las pocas veces que preparó mermelada, contaba el cuento del emperador y la mermelada, para remarcarnos la necesidad de ser uno mismo y la valentía de serlo, sobre la felicidad por compartir nuestras virtudes y sobre cómo valorar a las personas por lo que hacen y no por lo que parecen.
Aquel cuento, si la memoria no me falla, contaba, que cerca de un lago vivía una muchacha que preparaba mermeladas con cualquier cosa que le llevaban, y éstas quedaban exquisitas. Los lugareños le llevaban frambuesas, ciruelas o fresas.. pero un día una anciana, le llevo lo único que tenía: ortigas. Y la muchacha, las azucaró e hirvió, y obtuvo la mejor mermelada de ortigas jamás hecha. Esa muchacha tenía las manos de oro para las mermeladas. Una vez pasó por allí el emperador, que quiso también probarlas, así que la muchacha le dio un platito lleno, pero el emperador se ofendió tras la primera cucharada porque había caído una mosca dentro. La muchacha afirmó que no hubiera caído, de no ser buena, pero el emperador enfadado ya, ordenó a sus soldados que le cortasen las manos...Los lugareños se rebelaron y le dijeron al emperador que si le cortaban las manos a la muchacha, ellos le cortarían la corona con la cabeza, porque cabezas hay muchas, pero las manos de oro, son escasas.
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