Seguidamente, abrimos la parrilla y le colocamos una rama verde de laurel en la parte baja y dos en la parte de arriba.

A continuación, volvemos a cerrar la parrilla y esperamos que el carbón esté listo.

Una vez que tengamos el carbón listo, ponemos la parrilla con el hígado y lo asamos unos tres o cuatro minutos por cada lado y siempre a una altura prudente para que el calor no le dé lleno.

Mientras tanto, ponemos una olla pequeña en el fuego, le añadimos las dos cucharadas de aceite de oliva, los dos dientes de ajo enteros, la hoja de laurel, la mitad de la mantequilla y dejamos que se vaya fundiendo a fuego muy bajo para que no se queme.

Pasados unos segundos y que se haya fundiendo, le añadimos el resto de la mantequilla y dejamos que se funda con la otra.

Cuando se haya fundido y comience a echar espuma.

Retiramos la olla y con una cuchara le quitamos toda la espuma.

Una vez que le hayamos retirado toda la espuma a la mantequilla.

Desechamos la espuma que podréis observar en el plato.

A continuación, ponemos de nuevo la olla de la mantequilla en el fuego.

Retiramos el hígado del fuego y abrimos la parrilla.

A continuación, le retiramos los tres palitos de laurel que ya habrían soltado sus aceites en el hígado.

Seguidamente, lo cortamos en tiras gruesas y luego en taquitos generosos. Como podéis observar en la foto, como ha quedado el interior y así es como debe quedar, jugoso y muy tierno.

Una vez cortado en taquitos se los añadimos a la mantequilla.

A continuación, le añadimos la puntilla de pimentón, sal fina Marina y la puntilla de cominos molido.

Por último, le añadimos un chorrito muy pequeño de agua, removemos, tapamos y dejamos cocinar un par de minutos y listo para servir.