Por un lado, vamos hirviendo los macarrones. Para ello les añado sal y un chorrito de aceite. Los sacamos cuando tomen un color blanco y hayan doblado su tamaño, con cuidado de que no se nos pasen y queden demasiado blandos.

Hacemos una salsa de tomate. Podéis curraros una salsa muy elaborada, yo he hecho la más simple posible. Usé una lata de tomate triturado. Aceite, sal, pizca de azúcar y si queréis un poco de cebolla, pero como vamos a añadir cebolla a la bechamel podemos excluirla del tomate.

Vertemos la bechamel por encima (harina, cebolla, leche, sal, pimienta y una pizca de nuez moscada). Para este plato me gusta que quede muy suave, así que iremos añadiendo leche hasta conseguir el punto deseado. Después rallamos queso y se lo ponemos por encima como última capa.

Y a gratinar en el horno.