Ingredientes

Vamos a partir en trozos de bocado las salchichas y la costilla de tocino. Por supuesto que puedes utilizar cualquier tipo de carne que te apetezca e incluso puedes picarla para que los pequeñines y para los que no lo son tanto, se la coman sin rechistar (en casa tengo un par de ellos).

En una cazuela ponemos aceite a calentar en el que vamos a dorar los huesos de la costilla y la carne. El tuétano de los huesos sirve genial para espesar y dar sabor a la salsa. Y el cuatro patas de casa estará la mar de contento con ellos.

Sellamos bien la carne y esté con ese dorado que tanto nos gusta, vamos a agregarle la cebolla que por supuesto puedes cortarla como prefieras.

Cuando la cebolla empiece a transparentar, le añadimos el tomate frito y rehogamos bien.

Aquí es cuando vamos a añadirle un vaso de agua. Dejamos que hierva bien a fuego medio/bajo hasta que tengamos una rica salsita. Apagamos y retiramos.

Hervimos la pasta al dente en una olla con agua salada, la escurrimos y la reservamos. No olvides guardar un poco del líquido de cocción. Vamos a utilizarlo para ligar bien la pasta a nuestra salsa.

Ponemos de nuevo la cazuela con la salsa al fuego y vertemos en ella, los macarrones escurridos junto con un par de cucharadas de agua de cocción. Y con paciencia vamos removiendo hasta conseguir una pasta salseada.

NOTA: Aquí ya estarían listos para comérselos. De hecho, una parte de estos míos van para la comida de mañana de unos y para el tupper de la otra. Si te sobran, congélalos. Quedan la mar de ricos recalentados pero como va de macarrones con bechamel, vamos a preparar esta rica salsa

En un cazo ponemos un vaso grandote de leche, un poco de sal, la mantequilla y la harina de maíz. Sí. Todo junto. Sin miramientos y todo en frío.

Calentamos y vamos dejando se forme la salsa sin dejar de remover. Cuando adquiera consistencia, paramos el fuego y seguimos removiendo hasta que deje de burbujear. Así evitamos que se nos pegue al fondo del cazo. Queremos una consistencia de natilla.

Todo listo. Solo queda untar con un par de cucharadas de bechamel una bandeja apta para el horno, colocarle tantos macarrones como queramos encima, cubrirlos completamente con más salsa bechamel y queso, mucho queso.

Horneamos hasta que obtener una capa de queso crujiente y a comer. ¡Qué ya vamos tarde! Disfrútalos un montón y hazlos completamente tuyos según tus propios gustos.