Primero de todo necesitaremos una bandeja de horno con rejilla. Forrar bien la bandeja con papel de aluminio:

Y luego formar un rectángulo con papel de aluminio de 25x15 cm con papel de aluminio, formando varias capas para que tenga consistencia. Agujerearlo todo porque por ahí se escurrirán los jugos del pastel. Poner este rectángulo encima de la rejilla.

En un plato llano extiende el queso rallado y mételo al congelador. Esto es necesario para que luego al añadirlo a la mezcla de carne no se derrita mucho. Obviamente un queso que no sea light haría la mezcla más jugosa pero yo tengo que sacrificar algo en mis recetas, y hoy le ha tocado al queso, que tiene que ser light:

Cuando ya está dorado, añadir el ajo triturado, seguir dorando un ratito con cuidado de que no se queme, añadir el tomillo, el pimentón y el jugo de tomate. Mezclar bien hasta que se reduzca el líquido del tomate. Retirar del fuego y reservar.

En un bol se ponen los huevos junto con el caldo de pollo. Se bate ligeramente y se añade la 1/2 cucharadita de gelatina neutra. Guardar en la nevera mientras haces el sofrito. Yo lo tuve como 15 minutos. O sigue las instrucciones del fabricante, ya que algunas marcas requieren hervir el líquido, en este caso sólo hierve el caldo:

Cuando ya tengas el sofrito hecho y hayan pasado como 15 minutos, volcar la mezcla con la gelatina a un bol grande, añadir salsa de soja, mostaza de Dijón, perejil, sal, pimienta, colines triturados, la mezcla de la sartén, el queso rallado que teníamos en el congelador...

... y la carne picada. Se mezcla todo con las manos hasta que esté todo bien integrado:

Se va poniendo a trozos sobre la pieza de aluminio que habíamos hecho y colocado sobre la rejilla. Esta pieza nos ayuda a orientarnos a la hora de ir formando el pastel. Con una espátula mojada con agua vamos alisando y dando forma rectangular al pastel. El horno lo teníamos precalentado a 190º.