Empezamos haciendo la crema poniendo en un cazo a fuego suave la leche, nata, piel de limón bien lavada, azúcar y la vaina de vainilla abierta por la mitad y habiendo sacado las semillas también. Vamos removiendo para que se deshaga el azúcar.

Cuando casi hierva, apagamos el fuego, tapamos y dejamos infusionar. Yo lo dejo enfriar completamente y lo guardo después en la nevera toda la noche.

Una vez infusionada la leche la colamos y ponemos en un bol 2 o 3 c.s. junto con las yemas y la maizena. El resto la dejamos en el cazo y calentamos a fuego medio.

Batimos mucho el contenido del bol hasta que no haya grumos y vamos añadiendo sin dejar de remover el contenido del cazo ya caliente.

Una vez tengamos todo en el bol lo volvemos a poner en el cazo a fuego y continuamos removiendo hasta que espese.

Filmamos a contacto para evitar que de reseque y dejamos enfriar completamente. Reservamos.

Para hacer las crepes ponemos todos los ingredientes en un vaso de turmix y trituramos muy fino.

Filmamos y dejamos reposar en la nevera mínimo 1 hora.

Ponemos a calentar en el fuego medio una sartén de 20 cm de diámetro antiadherente con un poquito de mantequilla.

Untamos bien toda la superficie y ponemos un cazo aproximadamente (1/8 del total de cantidad, ya que salen 8 unidades). Repartimos bien y dejamos que cuaje. Con un par o 3 de minutos será suficiente. Hasta que coja un poco de color momento en el que con cuidado, sin quemarnos ni que se nos rompa le daremos la vuelta para hacerla por el otro lado.

Una vez hechas todas, procedemos al montaje.

Batimos un poco la crema para que quede más lisa y homogénea.

Y ya las tenemos listas para comer.