Se deben tener las claras a temperatura ambiente. Se pone un cazo ancho con agua a hervir y se prepara otro cazo más pequeño que es en el que vamos a trabajar y se reùnen todos los ingredientes y utensilios. Vamos a necesitar una batidora, una manga pastelera con la boquilla que nos guste, una cucharita de las de postre para medir el cremor tártaro, preparar las bandejas del horno poniéndoles papel de horno antiadherente.

Vertemos las claras en el cazo.pequeño y un pellizco de sal. Ponemos el cazo sobre el cazo con agua hirviendo pero sin que se toquen (yo lo apoyo un poquito en el borde del cazo de abajo para no cansarme) y las batimos hasta que quedan como espuma. En ese momento echamos el cremor tártaro. Batimos un minuto más.

Echamos el azúcar de poco en poco mientras seguimos batiendo, recordar que el cazo esta encima del agua hirviendo, por lo que no podemos dejar de batir. Si por cualquier motivo tenemos que dejar de batir (porque estemos cansados o no tenemos suficiente soltura, quitar el cazo de encima del agua hirviendo y volverli a poner cuando comencemos a batir). Batir sobre el agua hirviendo hasta que la mezcla quede consistente (empezará a notarse ondulaciones al batir).

Echar el sirope, un par de chorreones generosos bastará, y si tenéis un par de gotas de colorante alimentario rojo. Batimos hasta que quede integrado.

Rellenamos la.manga pastelera y hacemos merenguitos de 2 o 3 cm de diámetro y 1 o 1.5 cm de altura (cuanto más grandes los hagáis más tiempo tardarán en secarse al horno).

Los metéis en el horno en la parte media o baja a una temperatura de 90 grados (no más) y los tenéis unas 3 horas de manera que se secarán y quedarán duros. Finalmente los sacais del horno, los despegais del papel y los metéis en una bolsita o caja y se los regalais a vuestros peques.