Para la salsa: cortar los tomates en cubitos, calentar una sartén y poner a cocer los tomates con un poco de aceite de oliva si se desea. Cuando los tomates empiecen a soltar su jugo, espolvorear un poco de azúcar para quitarle la acidez. Agregar sal y orégano a gusto.

Disolver la levadura con un poco de agua tibia. Revolver con una cuchara de madera (nunca de metal).

Formar una montañita de harina en la mesada y hacerle un hueco en el medio (corona) junto con la sal y el orégano.

En el centro, agregar el aceite de oliva y la levadura. Ir mezclando con las manos de a poco, integrando la harina con la mezcla líquida.

A medida que la harina vaya absorbiendo todo el líquido, ir agregando más agua tibia de a chorritos (si se agrega agua de más la masa queda pegajosa). Mezclar con mucha paciencia, este es el paso más complejo.

La masa debe quedar uniforme, si le queda quebradiza una vez toda mezclada, hacer un hoyo en la masa y agregarle un poco más de agua. Debe quedar lisa y con la menor cantidad de grietas posible.

Dejar leudar el bollo de masa en un bowl con un poco de harina para que no se pegue, tapado con un trapo (no le debe entrar aire) por aproximadamente 1 hora.

Sacar el bollo del bowl y poner en la mesada. Amasar para sacar todo el aire y disponer la masa en forma alargada para ir cortando bollitos de 300 gr cada uno.