1) Picá finamente la cebolla, el morrón y el diente de ajo, rallá la zanahoria y reservala.
2) En una cacerola apta para freír poné un fondo de aceite, siempre es recomendable el de oliva extra virgen, pero bueno, sino cualquiera que no sea mezcla.
3) Salteá unos minutos la cebolla y el morrón, el ajo picado ponelo un ratito antes de agregar el tomate, ya que se quema rápidamente y el gusto se vuelve amargo. Agregá el vino, y déjalo unos segundos para que se evapore el alcohol y quede el gusto

4) Agregá el tomate triturado. Esta es la forma más rápida de hacerlo, pero si sos muy aplicada y/o tenés tiempo y ganas, podés utilizar tomates frescos pelados y picados

5) Agregar la zanahoria rallada, la albahaca y todos los condimentos. Acá podés variar de acuerdo a tus preferencias, hay gente que adora el romero, yo no le pongo porque es muy fuerte para mi gusto. La cucharadita de azúcar en teoría es para quitarle un poco la acidez al tomate, no sé si es efectiva, sinceramente, pero como lo hacía mi abuela y después mi mamá, seguimos la tradición...

6) Agregale 1/3 de taza de agua y déjalo cocinar en fuego medio, aproximadamente por una hora. Revolvé ocasionalmente para que no se pegue la salsa en el fondo. Rectificá la sal si es necesario.

Cuando se enfríe podés guardarla en porciones, en bolsitas aptas para freezer.