Ahora tenemos que mezclarlo. Amasaremos bien a mano durante unos diez minutos usando primero una cuchara de plástico o de madera y luego ya con las manos pero si tenemos máquina amasadora o robot de cocina que permita hacer masas, lo hacemos ahí. Yo lo hago en una amasadora.

La masa tiene que quedar muy lisa. Si durante el amasado no se llega a formar la bola porque ves que está quedando muy blanda, tendrás que ir añadiendo alguna cucharada más de harina hasta que veas que se forma bola.

Cogeremos la masa y haremos un rulo que cortaremos con un cuchillo en 10 trozos lo más parecidos entre sí en tamaño para que nos quede parejo el pan.

Ahora lo que vamos a hacer es bolear cada trozo de masa hasta que las tengamos todas así.

Usaremos una bandeja de horno preferentemente redonda y con un tamaño suficiente para que nos entren las 10 bolitas con algo de separación entre ellas, ya que van a crecer, esto es importante hay que dejarles espacio. Esta bandeja la tenemos que untar muy bien de aceite para que los panes crezcan bien y no se nos peguen.

Importante sobre el horno, que es lo que os decía antes, los primeros 20 minutos meteremos la masa a 80º en el horno, aunque pienses que es muy poca temperatura, te digo el por qué... lo hacemos porque esta técnica se usa para darle un poco de calor a la levadura que hará crecer la masa.

Lo ideal desde luego es que no tengamos tanta prisa y que dejemos la masa fermentar hasta que doble su volumen sin usar el horno a 80º, simplemente dejándola tapada en un lugar templado de la casa, ya que así conseguiremos que queden aún más esponjosos nuestros panes de leche.

Cuando tengamos la masa subida al doble de su volumen, ya los meteremos en el horno precalentado a 180º durante 15 minutos y ahí si que ya tendrán un calor fuerte suficiente para que se acaben de hacer. Por supuesto, es importante que no se abra la puerta del horno durante ese tiempo.

Aquí os enseño uno de los panes ya listo para comer!