Sopa de ajo

Ana
Ana @cook_25714464

En la cocina madrileña influyó el régimen de las botillerias, cafés y tabernas, donde buena parte del vecindario. Los platos sencillos y rápidos eran los preferidos de los cocineros y los que figuraban siempre en las listas de platos del día. Además, la sopa de ajo era el consumo más económico de servir al público. No se le atribuían virtudes terapéuticas hasta que más tarde la categorizaron como recetas de médico, recomendada para la cena de personas mayores. Sin embargo, lo que no sabían nuestros literarios del pasado siglo, que fueron grandes consumidores de sopa de ajo, lo proclamaba el pueblo del Bajo Aragón en una letrilla refranera que dice así, y que conocia Ricardo de la Vega cuando compuso su receta, en verso, de las sopas de ajo:

Siete virtudes
tienen las sopas:
quitan el hambre,
y dan sed poca.
Hacen dormir
y digerir.
Nunca enfadan,
siempre agradan.
Y crian la cara
colorada.

La cara colorada ha sido siempre para el pueblo español la señal cierta de buena salud.
Alejandro Dumas comió las sopas de ajo con enorme prevención y le parecieron bien. Copió la receta que le dieron y la divulgó
en Francia, salvo que en su horror al aceite preceptuó en su receta la grasa, sin precisar cuál debía emplearse. Dumas redujo su preceptuación a la más extrema simplicidad, llegando a suprimir el pimentón, que aún no se vendia en Francia; pero no todos los cocineros proceden del mismo modo.
#orígenes

Sopa de ajo

En la cocina madrileña influyó el régimen de las botillerias, cafés y tabernas, donde buena parte del vecindario. Los platos sencillos y rápidos eran los preferidos de los cocineros y los que figuraban siempre en las listas de platos del día. Además, la sopa de ajo era el consumo más económico de servir al público. No se le atribuían virtudes terapéuticas hasta que más tarde la categorizaron como recetas de médico, recomendada para la cena de personas mayores. Sin embargo, lo que no sabían nuestros literarios del pasado siglo, que fueron grandes consumidores de sopa de ajo, lo proclamaba el pueblo del Bajo Aragón en una letrilla refranera que dice así, y que conocia Ricardo de la Vega cuando compuso su receta, en verso, de las sopas de ajo:

Siete virtudes
tienen las sopas:
quitan el hambre,
y dan sed poca.
Hacen dormir
y digerir.
Nunca enfadan,
siempre agradan.
Y crian la cara
colorada.

La cara colorada ha sido siempre para el pueblo español la señal cierta de buena salud.
Alejandro Dumas comió las sopas de ajo con enorme prevención y le parecieron bien. Copió la receta que le dieron y la divulgó
en Francia, salvo que en su horror al aceite preceptuó en su receta la grasa, sin precisar cuál debía emplearse. Dumas redujo su preceptuación a la más extrema simplicidad, llegando a suprimir el pimentón, que aún no se vendia en Francia; pero no todos los cocineros proceden del mismo modo.
#orígenes

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Ingredientes

30 min
2 personas
  1. 80 gpan del día anterior
  2. 650 mlagua
  3. 4ajos
  4. Sal
  5. Aceite
  6. Pimentón
  7. 1huevo

Paso a paso

30 min
  1. 1

    Corte el pan en trocitos de 1 cm, dejando dos pequeñas rebanadas para decorar por encima.

  2. 2

    En una olla, con un poco de aceite, hacemos los ajos, previamente cortados a láminas. En ese mismo aceite, echamos el pimentón.

  3. 3

    En la misma olla, eche el agua, la sal y el pan.

  4. 4

    Cuando esté hirviendo, añade el huevo y remueva todo muy bien hasta que vea que el huevo ha quedado esparcido por toda la sopa.

  5. 5

    Y ya estaría listo. Que aproveche!!

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Caricatura gris dibujada a mano de una cámara y una sartén con estrellas saliendo de la sartén
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Ana
Ana @cook_25714464

Comentarios (10)

Sara Cortijo
Sara Cortijo @cook_20821360
Lo acabo de hacer. Le puse caldo de verduras en lugar de agua. Riquísima tu receta, me ha encantado.

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