A estas alturas del año, las fresas 🍓 están en su máximo apogeo, y hay que aprovecharse! 😉Aunque es cierto que ahora, gracias a Dios, hay durante todo el año... Recuerdo que al llegar A Coruña, siendo apenas una cría 👧🏻, e integrarme en el colegio; una de mis mejores amigas —y que aún lo sigue siendo 👯‍♀️—, al invitarme al primer cumpleaños 🎂 que pudimos celebrar juntas, me dijo que su tarta siempre era de fresas, porque en esa fecha, éstas aparecían en el mercado. Al cabo de pocos años, tal afirmación dejó de serlo, pero yo sigo reprochándoselo cuando la felicitó🤣...
También recuerdo, del último viaje a Malta, donde nos aprendimos muy bien cada parte de la isla (a pesar de las nuevas tecnologías, empleamos mapas de papel 🗺 para saber donde estábamos en lugar del dichoso tontón —o TomTom como en realidad se llama—); descubrimos heladerías riquísimas en la bella La Valeta, 🤿 buceamos en el Blue Hole antes de que cayera su increíble Azure Window, nos imprégnanos muy bien de su esencia templaría, hicimos nuevos amigos y visitamos por primera vez un festival de la fresa (Festa Frawli en Imgarr) —del que aún queda alguna mermelada en casa—.
En fin, son recuerdos que nos guían y nos forman, ya decía Pío Baroja que somos, en buena parte, la prolongación de nuestro pasado, en base a esos recuerdos.
Y esta sencilla receta, ha venido para quedarse, porque sirve tanto de desayuno como de merienda o de postre.... y está tan rico y se hace tan rápido, que es imposible no prepararlo.