En primer lugar pelamos las nueces, las troceamos con las manos para que no queden demasiado pequeños los trozos y los ponemos en un cuenco con los 400 ml de agua tibia una media hora para que las nueces tiñan el agua y consigamos ese color característico de este tipo de pan. También agregamos las pasas para que cojan humedad y por último le añadimos la levadura fresca para que se vaya activando unos 10 minutos antes de incorporarlo a la harina.

En un bol amplio ponemos la harina mezclada con la sal y le agregamos el agua con las nueces, las pasas y la levadura que ya debe de haber formado las burbujitas que nos indican que ya está activada. Con una cuchara de silicona (para que no se pegue porque esta masa es muy húmeda) removemos un par de minutos hasta que se haya integrado la harina y ya la podemos tapar para el primer levado de unos 45 minutos.

Para ello sólo hay que taparla con papel film o una tapadera de cristal y dejarla reposar en un sitio lo más cálido posible. El verano es buena época para ahorrar tiempo en fermentación.

Transcurridos los primeros 45 minutos la masa debe haber crecido bastante. Nos humedecemos las manos y la doblamos hacia dentro varias veces con suavidad. Volvemos a taparla y la dejamos levar 45 minutos más. A continuación la pasamos a un papel de horno en un recipiente de Pyrex alargado si puede ser, la volvemos a doblar hacia dentro siempre y la espolvoreamos con un poco de harina para que no se seque la superficie. La introducimos en el horno y la dejamos para que leve unos 40 minutos más.

Ahora ya la tenemos lista para hornear y que nos quede una miga espectacular. Precalentamos el horno a 220 grados y lo ponemos primero unos 15 minutos. Bajamos a 190 grados y lo dejamos unos 45 minutos hasta que veamos que está en su punto.

Un consejo durante el horneado. Para que se cree humedad en el interior del horno durante el horneado podéis poner una bandeja de horno con un dedo de agua cuando haya alcanzado los 220 grados. Así soltará el vapor de agua necesario para favorecer la cocción del pan.

Una vez fuera del horno colocamos nuestro pan sobre una rejilla y esperamos a que se enfríe a temperatura ambiente. Queda muy crujiente por fuera y deliciosamente tierno por dentro. Las rebanadas hablan por sí mismas. Espero que disfrutéis tanto esta receta como nosotros. Buen provecho a todos.