Preparamos los ingredientes, sale un bizcocho muy grande y algunas magdalenas. Si queréis menos cantidad reducir proporcionalmente.

En un cazo ponemos la leche con la margarina a calentar a fuego medio.

Añadimos un chorreón de esencia de vainilla y movemos de vez en cuando. Cuando se disuelva apagamos.

Mientras vamos preparando en un bol los ingredientes secos. Tamizamos la harina con la levadura y el gasificante.

Añadimos a la harina el azúcar blanco y el azúcar moreno, un sobre de azúcar avainillado, y movemos con la ayuda de una cuchara.

Aparte, separamos las yemas de las claras.

Montamos las claras a punto de nieve (recomendado con la batidora de varillas, si no a mano). Reservamos para el final.

En un bol ponemos los ingredientes "líquidos". Las yemas, el yogur de sabor (el yogur es opcional, lo he puesto porque voy a usar la base para tarta y quería darle un toque a frutos rojos, si no lo ponemos añadimos más 100 ml más de leche al cazo). Mezclamos junto con la leche y la margarina derretidas del cazo añadiendo poco a poco.

Con la mezcla líquida añadimos poco a poco a la mezcla seca, con las varillas. Movemos lo justo para que se integre. (Si batimos demasiado el bizcocho pierde esponjosidad)

A la mezcla final añadimos las claras montadas, pero esta vez sí varillas, con una pala o lengua con movimientos envolventes para que se integre.

Así queda el resultado de la masa, como veréis se queda con burbujas.

Echamos la masa en un molde grande engrasado previamente con margarina dejado unos dos dedos de margen sin llena. Lo que nos sobre lo echamos en otros moldes (para hacer magdalena por ejemplo)

Y listo!!! Podemos espolvorear con un poquito de azúcar glasé y tendremos el bizcocho perfecto! Yo no le eche nada porque lo usé como base de tarta (que tendréis la receta más adelante)