Lo primero de todo será poner a cocer los dos huevos en agua durante 10 minutos a partir de que hierva el agua. Cuando estén los enfriamos, los pelamos y reservamos.

Pelamos y picamos la cebolla muy fina.

En una cacerola honda ponemos las dos cucharadas de mantequilla y una cucharada de aceite de oliva virgen, con el fuego bajo y cuando la mantequilla se haya derretido añadimos la cebolla, tapamos la cacerola y dejamos que la cebolla se ablande durante unos 10-12 minutos, tapamos y tenemos a fuego bajo porque no queremos que se ponga dorada, sólo que se nos ablande.

Una vez la cebolla la tenemos ya hecha añadimos la cucharada de harina, removiendo bien durante medio minuto para que la harina se mezcle bien pero que no se nos tueste.

Es el momento de añadir los dos litros de caldo de pollo que si no lo tenéis casero puede ser de brik (aunque no es lo mismo), subimos el fuego, removemos bien todo para que la cebolla con la harina se integre bien en el caldo y nos esperamos a que empiece a hervir.

Cuando veamos que ya hierve añadimos los guisantes previamente sacados de su vaina, esperamos a que vuelva a hervir y bajamos el fuego a medio dejando que se cocinen hasta que los veamos tiernos, el tiempo dependerá como siempre del tamaño y de la calidad de los guisantes, si los utilizáis congelados el resto del año los dejáis el tiempo que indique el paquete.

En el momento que los guisantes ya los veamos tiernos, añadimos el jamón dulce o bacon (se puede usar cualquiera de los dos productos, yo hoy he utilizado bacon pero para mi gusto es mejor con jamón dulce), añadimos también los huevos duros picados, dejamos un par de minutos más y a disfrutar de esta original y deliciosa sopa!