Primero precalentamos el horno, a fuego medio (180° C aproximadamente). Vamos a enmantecar el molde. Yo usé un molde redondo de 24 cm de diámetro, tipo Pyrex.

Poner en la licuadora las nueces. Licuar hasta que se hayan convertido en harina (lo más posible). Agregar las bananas en pedacitos, la miel y la esencia (o extracto) de vainilla. Seguir licuando. Al principio cuesta, pero después enseguida se arma una pasta medio espesa. Agregar el coco rallado y la cucharada de queso crema. Terminar de licuar, y resistir la tentación de servirlo en un vaso y tomárselo (porque de verdad, está riquísimo).

En un bowl aparte, espumamos los huevos con el azúcar. Yo lo hice con varillas a mano. Incorporamos el aceite.

Cambiamos las varillas por la espátula, y vamos a ir agregando de a poco la mezcla de la licuadora a los huevos, con movimientos envolventes.

Cuando esté todo incorporado, vamos a los secos: tamizamos la harina con el bicarbonato y el polvo de hornear. Incorporamos con los movimientos envolventes.
Como siempre digo: cuando tamicen la harina integral, les va a quedar un resto en el colador. Ese resto por favor no lo tiren, lo pueden usar para enharinar el molde que ya está enmantecado ;).

Ahora es el momento de mirar la preparación, que debe tener la consistencia de mezcla para budín: si quedó muy densa, le agregamos el chorro de leche. Si no, no. Esto va a depender del tamaño de los huevos, de cómo absorba la harina, el coco rallado... por eso no puse una cantidad exacta de leche.

Por último, picamos el chocolate y se lo agregamos a la mezcla.
Incorporamos con movimientos envolventes, y de ahí al molde... Hay que tener en cuenta que va a subir, así que si lo llenamos hasta el borde va a rebalsar.

Llevar al horno (a la temperatura media que habíamos puesto) y hornear por 30 minutos, aproximadamente. Como siempre, la idea es que al introducir un cuchillo, este salga limpio (sin preparación pegada).
Mientras se cocina, pueden disfrutar del riquísimo aroma que sale del horno...
¡Bon appetit!