En primer lugar lavamos bien las acelgas para evitar restos de tierra que después es muy desagradable encontrar restos de tierra en el plato.

Cocemos la calabaza entera al vapor y aprovechamos para también cocer las acelgas, hasta que pinchemos con facilidad la piel de la calabaza. Dejamos enfriar un buen rato, para no quemarnos.

Mientras, pelamos, troceamos en juliana y freímos la cebolla, en un poco de aceite y salamos para ayudarla a sudar. Cuando la cebolla empiece a estar transparente añadimos la carne y revolvemos hasta que esta tome color.

Como considere que media calabaza era demasiado grande para un comensal le corte una generosa rodaja de su parte central. Colocamos las dos partes extremas de la calabaza en dos cazuelitas de barro para que se nos aguante de pie y no la desmontemos al vaciarla.

Desechamos las semillas, vaciamos la carne de la calabaza con la ayuda de un sacabolas y añadimos la calabaza a la sartén, añadiendo un vaso de agua y la pastilla de concentrado de carne. La rodaja de calabaza que desechamos anteriormente podemos añadirla a la sartén o reservarla para una próxima receta (yo la añadí a la sartén). Troceamos las acelgas y también a la sartén.

Cuando se evapore el agua, apagamos el fuego y rellenamos los extremos de calabaza que tenemos vaciados en nuestras cazuelitas de barro. Al rellenarlas tendremos la precaución de dejarles un hueco en el centro (al relleno) para cascar sobre él un huevo crudo.

Cubrimos generosamente de piñones y gratinamos hasta que el huevo se cuaje (unos 15 minutos a 150 grados, con mi horno lento). Servir calentitas.