Primero haremos una corona de harina en la mesada. Agregamos en un costado la sal y en el otro la levadura. Podés activarla previamente con un poco de agua tibia y una cucharadita de azúcar si tenés duda de que esté en buenas condiciones. Agregá el aceite en el medio y muy de poco comenzá a unir todo y a formar un bollo agregando el agua tibia. Como todas las harinas son diferentes, es posible que no necesites toda el agua, o necesites un poco extra (ej si es harina integral).

Una vez que formaste tu bollo, tiene que ser suave, un poco pegajoso. Tenés que amasar unos 3 minutos. Luego dejá descansar tapado por unos 15 minutos. Y mientras, puedes ir cortando la cebolla como en juliana. Para quitarle el sabor fuerte, una vez que la cortaste, ponela en un colador y pasala un par de veces por agua hirviendo. Otra opción es rehogar en sartén con un chorrito de aceite.

Volvemos a nuestra masa. La vamos a dividir en 2, un bollo un poco más grande que el otro. En una asadera para horno (yo usé una circular de unos 30cm) vamos a extender con la mano el bollo más grande, luego de haberla aceitado. La extendemos inclusive un poco por el borde, como haciendo una pared.

Finalmente, incorporamos la cebolla cortada por arriba, espolvoreamos orégano y un chorrito de aceite por arriba. Dejamos levar unos 20 minutos en un sitio cálido. Finalmente, llevamos a horno fuerte (220 0 250°c), por unos 20 minutos aproximadamente. Vas a ver que se dora la base y también se pone dorada la cebolla cuando está lista.

Tip: si la estás cocinando, pero la vas a comer más tarde, solo márcala en el horno por unos 10 minutos, y la terminás de cocinar antes de comer. Considerá que como tiene levadura sí o sí tenés que cocinarla un poco antes de guardarla, porque sino se te puede pasar el levado. Y luego, a disfrutar... Buen provecho!