Cocemos las placas de lasaña, las escurrimos sobre un paño de cocina limpio y las cortamos por la mitad en forma de cuadrado. Un día pondré una receta para hacer pasta fresca en casa 😜

Picamos la cebolla y el ajo en brunoise y lo pochamos.

Cuando esté pochadito añadimos la carne de las salchichas desmenuzada y doramos.

Añadimos la salsa harissa (mirad vuestro gusto de picante) damos dos vueltas y añadimos el fondo y vino blanco. Tapamos y dejamos hasta que se seque completamente. Salpimentamos y reservamos.

Cortamos la berenjena en láminas finas, ponemos sobre un colador con un poquito de sal. Dejamos reposar unos 15 minutos.

Secamos bien con papel absorbente y las freímos ligeramente en una freidora o sartén. Reservamos en papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.

Para hacer la salsa, es muy fácil. En un cazo ponemos la nata (o leche evaporada) y el queso en trozos o rallado a fuego muy suave. Cuando se deshaga el queso, sacamos del fuego y añadimos una pizca pimienta molida y nuez moscada. Tiene que quedar espesa. Reservamos.

Vamos a montarla. Yo pongo en una bandeja apta para horno una base de papel vegetal. Así luego, para emplatar, es más fácil de manipular.

Ponemos una lámina de pasta, encima una del sofrito de salchichas, encima una de berenjenas. Repetimos estas capas hasta que se nos acaben.

Acabamos con una de pasta y encima, ponemos una capa de la salsa de queso, esparcimos unos piñones y orégano y lo ponemos al horno a gratinar. A unos 220° hasta que lo veais doradito.

Sacamos del horno y dejamos enfríar un poco para poder manipularlo mejor.

Emplatamos decorando con un chorrito de aceite, más orégano, pimienta y cebolla crujiente. ¡¡ Listoooo !!