Una sopa crema exquisita y muy delicada de sabor y textura.Además, si tenemos la precaución de congelar trozos de calabaza y choclos, no tendremos problema para disponer de ingredientes en cualquier momento.Pero también podemos hacer una buena de cantidad de la sopa y congelarla ya preparada porque se conserva muy bien.

Hace años que preparo esta crema de calabaza, me gusta hacerla con calabaza de la tierra y, afortunadamente, en Galicia tenemos unas calabazas estupendas.En otoño se organiza en Pontevedra una feria donde se puede encontrar una gran variedad de calabazas y de productos derivados de ella.La historia de esta receta es muy graciosa, cuando tenía mi restaurante se me ocurrió hacerla una vez para un menú especial de otoño.Cuando la presenté, una chica pidió hablar con la jefa de cocina, salí un poco preocupada porque cuando un cliente quiere hablar con alguien de cocina es que pasa algo grave. Me presenté y la chica me dijo muy tímidamente que no sabía si comer o no la crema de calabaza porque en su familia la calabaza se cultivaba para darle de comer a los cerdos.Le pedí que la probara y, que si no le gustaba, le cambiaba el plato sin ningún problema.Al rato me volvió a llamar y me dijo: "en mi vida me hubiese imaginado que con una calabaza se podría hacer algo tan delicoso".Ese día me sentí tremendamente feliz. Cada vez que venía esa clienta pedía la crema de calabaza.

Sopa cremosa de calabaza, patata y zanahoria, deliciosa e ideal para los días de otoño.

Esta es una de las deliciosas cremas que hace mi amiga italiana María Agnese, hacía mucho tiempo que no la preparaba y como ya hace tanto frío por aquí, y tenía una calabaza en su punto de madurez, me decidí.Recuerdo que en Milán, durante el invierno, mi amiga la hacía muy a menudo y siempre la acompañaba con algo distinto, incluso la tomamos una vez con unas tiras de masa de pizza que le sobró del día anterior recubierta de aceite de oliva y orégano. ¡¡Una delicia!!Como esta sopa no lleva nada de grasa, se puede servir también templada o fría.

Cuando vine a Madrid y llegó la Navidad me enteré de que uno de los platos más típicos de aquí en estas fechas era la lombarda con # conocía bien la variedad verde (el repollo o berza, como se le conoce en mi tierra) pero esta variedad roja, tan llamativa, no.Hoy la he querido poner en esta versión de sopa crema, por aquello de variar y porque me ha parecido un primer plato rico y sano para un día frio y desapacible como hoy.

Hoy, a pesar de que hizo un día casi de verano, me decidí a hacer esta sopa crema que es una delicia.Tiene un pequeño secretito, que os cuento más abajo, para evitar el amargor de los grelos. Se hace muy rápido y yo, siempre que la hago, preparo una gran cantidad y luego la congelo.Aquí es tiempo de grelos frescos, así que hay que aprovecharlos.

En este tiempo las sopas y cremas vienen de maravilla y son además un plato muy saludable.Me gusta cambiar los ingredientes cada vez y experimentar nuevos sabores .Anoche esta crema nos supo de maravilla asi es que aunque muy sencilla , aquí os la dejo por si os apetece probarla.

Aquí sigue la lluvia y el mal tiempo, para estos días tan desagradables me gusta preparar a mi familia platos que, además de proporcionar calor sean nutritivos y sabrosos.Como tenía caldo de carne casero preparé esta delicada sopa crema de calabacín, guisantes, nabo y algunas especias que le dieron un sabor muy especial.

Simpática sopa crema de calabacín ¿Cómo hacer que los niños tomen sopa? elaborando una rica y simpatica sopa crema de calabacín

Esta es una sopa crema ligera, sencilla y a la vez muy rica. A nosotros nos agrada mucho, aunque hay para todos los gustos, como en la mayoría de las casas. A mi marido le gusta sin el queso gratinado y a mi hijo y a mí con o sin queso, nos encanta. A ver vosotros qué os parece.

Hace años que preparo esta receta que solía hacer mi abuela cuando yo era pequeña.Utilizo el maíz congelado porque aquí es un poco difícil encontrar los "choclos", mazorcas, y porque recién llegada a Galicia tuve una experiencia un poco bochornosa.Un día pedí a un vecino si me podía vender unas mazorcas que tenía en su huerto, el señor me miró un poco sorprendido y me respondió que con mucho gusto me regalaba las que yo quisiese. Contentísima le dije a mis hijos que esa noche cenaríamos la sopa de la bisabuela.Al no poder desgranar la mazorca la puse a hervir un rato, otro rato, más otro rato. Finalmente con un cuchillo muy filoso y mucha paciencia conseguí sacar los granos. Estaban realmente duros, durísimos.No obstante preparé la sopa aunque no hubo manera de triturar el maíz. Al día siguiente se lo comenté a mi vecino y el hombre, bastante extrañado me dijo: "No sabía que en Argentina se comiese este maíz, aquí lo sembramos para dárselo a los animales".Así me enteré que aquí se le llama maíz dulce.Moraleja: no volví a usar mazorcas, aunque en algunos supermercados las venden.

Esta sopa esta en el famoso “librito antiguo rotoso” que me dejó mi madre. Me llamó la atención porque no suelo usar mucho la harina de garbanzos, pero pensé que sería muy nutritiva y que había que probarla. Así que, me puse “manos a la obra” y el resultado fue realmente sorprendente. Es ideal para el otoño y el invierno.Es un plato sustancioso, económico y de esos para resucitar. ¡Qué rica quedó!