De la receta anterior me quedo puré de remolacha y la aproveché. Simplemente hervimos la remolacha y luego la procesamos para obtener una especie de pasta de remolacha. Reservamos. En un pocillo colocamos la mitad de la leche tibia, una cdta de azúcar y la levadura. Tapamos con papel film y esperamos 10' a 15' para que se forme la esponja.

En un bowl agregamos el resto de la leche y los huevos. Mezclamos. Agregamos la manteca derretida, el azúcar y la esponja de levadura. Mezclamos.

Agregamos ahora el puré de remolacha. Mezclamos y por último agregamos la mitad de la harina. Mezclamos y vamos agregando a medida que va necesitando. Cuando quede un bollo formado pero pegajoso lo bajamos a la mesada enharinada.

Con la ayuda de un cornet vamos integrando el bollo con la harina necesaria para formar un bollo suave. Va a llegar un punto que necesariamente debemos amasarlo. Colocamos el bollo en un bowl y lo tapamos con film. Dejamos que leude.

Cuando vemos que ha crecido lo bajamos a la mesada y dividimos en 4. Con la mano, sin usar palote, aplastamos y damos forma rectangular. Realizamos un rollito desde la punta hasta el otro extremo.

Colocamos en un molde para pan levemente aceitado. Dejamos que leve una vez más. Cuando veamos que nuestra masa ha crecido la llevamos a un horno precalentado a 180° por aproximadamente 40'. Eso dependerá de cada horno. Cuando lo saquemos lo pincelamos con agua. Desmoldamos y dejamos enfriar sobre rejilla. Si lo dejamos enfriar en su molde quedará húmedo en su parte inferior.

Cuando esté frío ya lo podremos disfrutar!

Podemos cortarlo en rodajas y freezarlas para tenerlas siempre a mano para unas ricas tostadas o un delicioso sandwich caliente.

Para utilizar las rebanadas de pan congelados, podemos colocarlos directamente en la tostadora y hacer tostadas, o en la sandwichera para hacer unos ricos y vistosos sandwiches calientes sin necesidad de descongelarlos, quedan espectaculares! 😋