Mis modestos bocaditos florentinos, fáciles, rápidos y RIQUÍSIMOS

César Lorenzano
César Lorenzano @cesar165
Buenos Aires

Aprendí esta receta hace más de cincuenta años del papá de Gianni, mi gran amigo de la juventud, y que había olvidado hasta que encontré los retratos que hice de Marta, su compañera durante muchos años y se los envié a Marcelo, el hijo mayor que sigue viviendo en la casa paterna de El Talar de Pacheco. Recordé entonces cuando fuimos (con Graciela) a la casa de Ramos Mejía y conocimos a la mamá, una florentina enjuta, seca, y al papá, ingeniero, amable y bromista, que hizo para convidarnos algo que llamó “shinshi” en italiano. Era una delicia que Marcelo no conocía. Resolví reproducir la receta como un homenaje culinario a Gianni por mucho tiempo fue casi un hermano. O más. Nos conocimos en el café Los estudiantes, y en el ARU, la agrupación estudiantil formada por socialistas, anarquistas, miembros de Praxis, el partido de Silvio Frondizi, y por gente suelta como nosotros. Corría el año 1955. El CEM, Centro de Estudiantes de Medicina , con un hermoso edificio sobre Corrientes al 2100, era el Centro oficial (y oficialista) sin estudiantes de medicina, como cabría esperar -no había estudiantes peronistas- sino con miembros de la Alianza Libertadora Nacionalista o de los servicios. Se había fundado con humanistas, socialistas, radicales, comunistas un centro alternativo y clandestino, el CUM (Centro Universitario de Medicina) al que me afilié apenas pude. SIGUE EN PUNTO 16.

Mis modestos bocaditos florentinos, fáciles, rápidos y RIQUÍSIMOS

Aprendí esta receta hace más de cincuenta años del papá de Gianni, mi gran amigo de la juventud, y que había olvidado hasta que encontré los retratos que hice de Marta, su compañera durante muchos años y se los envié a Marcelo, el hijo mayor que sigue viviendo en la casa paterna de El Talar de Pacheco. Recordé entonces cuando fuimos (con Graciela) a la casa de Ramos Mejía y conocimos a la mamá, una florentina enjuta, seca, y al papá, ingeniero, amable y bromista, que hizo para convidarnos algo que llamó “shinshi” en italiano. Era una delicia que Marcelo no conocía. Resolví reproducir la receta como un homenaje culinario a Gianni por mucho tiempo fue casi un hermano. O más. Nos conocimos en el café Los estudiantes, y en el ARU, la agrupación estudiantil formada por socialistas, anarquistas, miembros de Praxis, el partido de Silvio Frondizi, y por gente suelta como nosotros. Corría el año 1955. El CEM, Centro de Estudiantes de Medicina , con un hermoso edificio sobre Corrientes al 2100, era el Centro oficial (y oficialista) sin estudiantes de medicina, como cabría esperar -no había estudiantes peronistas- sino con miembros de la Alianza Libertadora Nacionalista o de los servicios. Se había fundado con humanistas, socialistas, radicales, comunistas un centro alternativo y clandestino, el CUM (Centro Universitario de Medicina) al que me afilié apenas pude. SIGUE EN PUNTO 16.

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Ingredientes

  1. 3tapas de empanadas
  2. 10 gr.ralladuras de limón
  3. 10 grazúcar impalpable
  4. Gotasjugo de limón

Paso a paso

  1. 1

    Ingredientes I: tapas de empanadas, sacadas del paquete con la lámina de pliofil que las separa y dispuestas para fotografiarlas.

  2. 2

    Ingredientes II: pinza, limón, rallador, azúcar impalpable.

  3. 3

    Paso I: rallo la cáscara del limón sobre las tapas.

  4. 4

    Paso II: Las aplasto con la mano para que penetren en la masa.

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    Paso III: SIN DESPEGARLAS, las corto en tiritas.

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    Paso IV: dispongo sobre el añade eléctrico una sartén con aceite de girasol, a su lado un plato con papel absorbente y la pinza para manipular

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    Paso V: pongo las tiritas en el aceite hirviendo. Asombrado miro cómo y que rápido se inflan.

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    Paso VI: las doy vuelta para que se doren del otro lado; debo apurarme; en apenas segundos se inflan y se doran.

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    Paso VII: en la fotografía se las ve dispuestas en dos capas sobre el papel absorbente

  10. 10

    Paso VIII: retiro el papel. Están secas y doradas.

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    Paso IX: las ralladuras del limón perdieron su sabor al freírse, por lo que decido rociarlas con jugo de limón

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    Paso X: las espolvoreo con azúcar impalpable

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    Paso XI: servidas en el plato, lucen hermosas. Como se aprecia, todo es muy austero. Lo sería aún más si en vez de hacerlo con tapas de empanadas lo hubiera hecho con el sobrante de amasar tallarines, como en sus orígenes. Una Italia pobre de la posguerra hacía su propia pasta, y se agasajaba con un postre que no requería un gasto extra.

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    Paso XI: no pude resistirme. Probé una, luego otra. A la hora quedó una para que la pruebe mi hijo Daniel. Eran tan buenas como las recordaba. Posiblemente el tiempo les agregó las ralladuras que no tenían. El jugo les vino de maravilla.

  15. 15

    SIGUE LA HISTORIA Cuando cayó Perón tomamos la facultad y el CEM. En la re inscripción fui el socio número once, no el primero por demorarme. Ese hermoso edificio es hoy el Centro Cultural Rojas. Durante la dictadura dejó de pertenecer a los alumnos. En democracia, la UBAlo usó para hacerlo su lo tomó para hacer de el No hubo más elecciones del claustro de alumnos, como lo establecimos entonces. Nos recibimos. Dejamos de vernos.

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    Instalé mi consultorio en El Talar de Pacheco contrariando los deseos de mi padre que quería lo hiciera en Carlos Pellegrini, a 30 km de Trenque Lauquen, donde crecí y él ejercía la profesión. No todo fue decepción. Papá me quería el cirujano que él no pudo ser. Hice cirugía en el Hospital de San Fernando con Jorge Viaggio, discípulo directo de Enrique Finochietto, y luego en el Hospital de Tigre. Cuando me recibí tenía apenas 22 años. Instalado, espesaba con rímel mi mínimo bigote para parecer

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    Mayor. A los 28 años supe que cumplía el deseo de mi padre, no el mío. Lentamente dejé la cirugía y emprendí un camino que me llevó a la radiología y a la filosofía de la ciencia. Y al exilio. Pero volvamos a Gianni, quien por azar o por determinación instaló su consultorio en El Talar a 500 metros del mío dos años después que yo lo hiciera. La amistad renació. Pasaba feliz a mostrarme su recién comprado Ford T (al que llamaba El Pirulo) riendo, con su familia a bordo.

  18. 18

    Tuvo ese mono preso en la comisaría de Pacheco al que me referí en otra historia. Gozaba con esos juegos que eran broma y también desafío a las reglas sociales. La amistad siguió intacta a través de los años. Nos abrazamos emocionados a mi regreso de Mexico. Pasaron los años. Hizo un derrame cerebral. Lo llamé para saludarlo por las fiestas de fin de año. Apenas si pudo articular una especie de gruñido. Cocino shinshi en su memoria.

  19. 19

    En homenaje a ese muchacho con el que compartí la vida. Y para que Marcelo tenga algo de su abuelo, generoso y bromista, al que no conoció.

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César Lorenzano
Buenos Aires
Médico, PhD en Filosofía, desde siempre cocino. Este año (2016) comencé a publicar en Cookpad. Les agradezco mucho su estímulo
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