Champiñones al ajillo

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Los champiñones y, en general, las setas, son un buen acompañamiento para multitud de preparaciones. Tanto para carne como para pescado, suelen llevarse bastante bien.

Además, ante la duda de un entrante, unos champiñones al ajillo son rápidos para preparar y no llevan demasiados ingredientes.

Lo más complicado, por decir algo, es limpiar los champiñones.

Como sabemos, las setas no se deben de lavar, pues son porosas y lo único que haremos será meter, con la ayuda del agua, toda la porquería para el interior. Así que para ello debemos tener un paño.

Los que mejor funcionan son los que llaman pañales portugueses, que son como una gasa de algodón, sin ningún tipo de tinte y que no deja ningún resto.

Uno de los problemas que tenemos con las cocinas modernas, las que funcionan por inducción, es que el barro, al no tener nada de hierro, no activa la inducción.

Para conseguir cocinar con barro en una cocina de inducción se han inventado unas placas metálicas, como la que hay en la foto debajo de la cazuela, que son de hierro y que, por tanto, hacen de puente entre la cocina y la cazuela.

Eso sí, por propia experiencia, sólo funcionan bien con cazuelas pequeñas. Si utilizamos una cazuela de barro muy grande no es capaz de traspasarle todo el calor que necesita para la cocción.

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Ingredientes

30 minutos
3 raciones
  1. 200 grschampiñones
  2. 3 dientesajo
  3. 2cayenas en rama
  4. Sal
  5. Aceite de oliva virgen extra

Paso a paso

30 minutos
  1. 1

    Lo dicho, lo primero que hay que hacer es limpiar bien los champiñones.

    Les cortamos la base (si vienen con ella), y los vamos limpiando de uno en uno con la ayuda del paño.

    Cuando ya hayamos repasado todos los champiñones sí que les podemos dar un pequeño baño, pues las impurezas ya las habremos retirado.

  2. 2

    En una cazuela de barro echaremos un buen chorro de aceite de oliva y los ajos laminados, así como la cayena.

    Pondremos a fuego medio hasta que empiece a hacer burbujas el aceite y se empiecen a dorar los ajos.

  3. 3

    Cortamos los champiñones en tres partes cada uno, en sentido vertical, es decir, que en el mismo corte aparezca parte del sombrero y parte de la base.

    Hay quien los mete en agua con limón, pero esto le altera el sabor, para mi gusto.

    Esto se hace para evitar que se pongan negros, pero si los echamos a la cazuela inmediatamente y se empiezan a cocinar, evitaremos esto. Así que, a medida que vayamos cortando los champiñones, los vamos echando a la cazuela.

  4. 4

    Ahora hay que observar el proceso. Con la cazuela a media potencia, los champiñones expulsarán bastante agua. No nos preocupemos, es normal.

    Lo que habremos de hacer es dejar que se sigan haciendo y, si es necesario, subir un poco el fuego, hasta que el agua se evapore del todo.

    En ese momento, subiremos del todo el fuego y removeremos para evitar que se quemen.

    Sólo será al final del todo cuando les echemos la sal.

    Se sirven calientes y en la propia cazuela de barro.

    Buen provecho

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Caricatura gris dibujada a mano de una cámara y una sartén con estrellas saliendo de la sartén

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Antes de nada os presento mi blog: http://www.lacocinademinia.es/Con esta página no pretendo sumar otra más al amplio mundo de páginas de recetas, sino que quiero ir algo más allá, a través de recuerdos, de reflexiones, trucos, consejos, gustos, etc. Al fin y al cabo, el momento de la cocina es un momento para estar con uno mismo y da lugar a pensar en infinidad de cosas.Mucha de la gente que ha pasado por mi mesa a comer me ha comentado la idea de abrir un restaurante…¡¡¡¡noooo!!! ¡Qué forma de odiar la cocina!. Al igual que me han insinuado que me presente a un concurso de cocina. Al próximo que me diga que me pesente a un concurso de cocina lo mando al Gran Hermano.Sí que es cierto que tengo dos estados diferentes en la cocina: disfrutándola- normalmente fines de semana y cuando viene gente a comer a casa-, y odiándola- cuando tengo que pensar TOOOODOS los días el menú del día siguiente-.Y cuando digo pensar, no sólo es pensar en lo que hacer de comer, sino repasar mentalmente los ingredientes que tengo en el congelador, en la nevera, en la despensa, los que tendría que comprar en caso necesario, en qué momento puedo ir a comprar, si antes o después de recoger a los niños en el cole, o entre que van a una clase o a otra,… ¡¡Lo odio!! Pero no por ello odio cocinar.Empecé este proyecto como terapia y porque, como dice mi madre, soy un “culo inquieto”. Siempre tengo que tener algo en mente y si supone un reto para mí, mejor. Como terapia, me ha servido, y con creces. Estoy teniendo mejor acogida de lo que esperaba y además, tengo a la familia encantada. Todos los días comen algo diferente. No os creáis que las fotos me las saco de internet, no. Las fotos son hechas por mí de platos cocinados por mí, lo cual me obliga a cocinar variado, aunque bien es cierto que no es muy diferente de lo que cocinaba anteriormente.
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